GRAMMOSTOLA

lunes, 23 de noviembre de 2009
Por: Belinda Contreras

Una vez más esta bella norteña nos cuenta y comparte algo de su vida, en esta ocasión su amor por estos extraños seres, las arañas, gracias BELY.


De bellezas relativas y otras simplezas

“Por que contrario a lo que muchos puedan pensar, a mí me parece hermosa” dijo un conductor televisivo del mejor programa que haya podido presenciar en la televisión abierta, desde hace muchos años, cuando cargaba una Goliat amenazante. Y más que la producción en sí, es el tema el que a mí me llena de pasión, por eso tan emocional comentario.

Las arañas, sí, son mi gran pasión. Y es que mi comentario es sólo eso, palabras, salidas de un gran amor. No es la experiencia ni el conocimiento, no es la admiración ni el estudio, o la intriga del desconocimiento la que me interesó en ellas, yo reconozco en mi pasión sólo amor.

Es la fascinación de su organización al caminar, el movimiento veloz de sus patas cuando cubren sus ojos ante la luz de mis lámparas, y la fresca confianza con la que recorre mis brazos o pasea en el coche cuando salimos a pasear. Yo las amo y nada más.

Es decir, el mundo entero está lleno de belleza si se escarba en la visión correcta. Las bellezas de los rayos de sol brillantes en rosa cuando pintan el cielo intenso, el mar azulado y los cuerpos revestidos de bronceado con rostros enmarcados en maravillosos rasgos y expresivos ojos miel, se llevan el premio de las miradas. Pero en el fondo, las bellezas sutiles de cuando es sólo la tersura de su pelo, la suavidad de sus patas, la desviación de una sonrisa y hasta el dolor urticante de un ataque, se llevan el corazón.

Grammostola me ha enseñado mucho: Que cierre los ojos y abra el corazón. Por que cuando los abra veré una belleza más completa que el simple destello deslumbrante de una primera estrella. Pero aclaro, no me ha enseñado esto por ser fea sino, sencillamente, por ser tan bella en tantos sentidos que enseñó a mi percepción a dejar en la vista la menor parte.

Y mientras más se diga que son feos, yo seguiré experimentando con sapos, alacranes, tarántulas, murciélagos, cascabeles y escorpiones, sobre todo, con escorpiones. Y hago mi última declaratoria ante la amable compañía de sus ojos: Sí, amo a lo que se le dice feo por fuera y, por lo tanto, me amo.