Hoy empiezo a redactar una historia que no sé cuánto dure,
donde los protagonistas son efímeros, son cómplices y revierten la historia.
Sus sueños están basados en un ideal que ni siquiera ellos
conocen aún, son itinerantes, enérgicos y con decisión. Su furia mental alienta
sus acciones sin entender resultados.
Van en un andar que la sociedad fabricó como consecuencia de
actos superiores y anteriores, el tiempo es propicio para imaginar.
La gente cuestiona sus actos, justos o injustos hay
preguntas. Él calla, ella también, el silencio es la respuesta ensayada. Solo
sonríen.
Una vez más acuden al llamado de la atracción, cada uno
busca por su lado, parecen direcciones erróneas, cada uno confunde con sus
pasos.
El tiempo para entender el sentido de dirección de sus
pensamientos y jugando también su protagonismo, los encara. El tiempo es
nuestro mayor enemigo y nunca podremos ganarle, piensan. Tratando de anticipar
su reacción, usan la brújula de la intuición.
El sentido de sobrevivencia los hace encontrarse, necesitan
hacer de esta historia un acto de desacato, antes de que la misma historia los
acabe.
Se han unido para ser más fuertes, para prevalecer en un
mundo individual. Se ven, se piensan, se impacientan. El tiempo es temerario.
Toman el riesgo que los oyentes sobrevaloraron, que los espectadores impacientemente sufren, en
donde las entrañas estremecen.
Se vuelven cómplices del mismo temor, de los mismos deseos,
de la misma necesidad de vivir, cada uno aporta algo, cada uno lucha con su
identidad.
Impacientes de su lucha, temerarios con lealtad, van al
encuentro de sus vidas, sin pensar que pueda pasar. Son dos, se hacen uno.
La noche y el día sueñan con destellos así, solo los pueden
contemplar, aderezan su pasión con estrellas y con mar. El mundo los envidia.
Una vez más estos protagonistas con miedos y diálogos
improvisados se enfrentan a los espectadores, acartonados por un guión, solo
exclaman.
Ha comenzado la parte crucial de la obra, donde el público
es receptivo, ellos primordialmente los ignoran. Los sorprenden transformando
su escenario, inventando su entorno.
Ahora los espectadores interrumpen, buscan llamar la
atención, los protagonistas se hacen más fuertes, el mundo los envidia otra
vez.
Así los protagonistas resisten ataques, van desvaneciéndose
juntos, se pierden unidos por un solo diálogo, el de ellos. Único e
incomprendido.
Sus cuerpos son historia, materia de imperfección,
rescatados por el alma y la unísona pasión.
Así se despiden los protagonistas, carentes de actuación.
Ellos se hacen grandes, nosotros le llamamos inspiración.
Quizá teníamos un mundo perfecto y lo echamos a perder, los
protagonistas de esta historia, son superiores, impensables pero siempre
podemos ser nosotros.