ELLA Y ÉL.

jueves, 20 de marzo de 2014
Él y ella,
dos personas sosas, sin gracia
puestas en la misma circunstancia
la incipiente humanidad.

Él, desnudo, sin pensamientos
ella, desnuda, sin anhelos.
Sus miradas se enfrentan
descubren su piel contra su piel
el deseo, la pasión, el cortejo,
no existen.

Él, la viste con sus manos
ella, concede su vestimenta
sus bocas entran en un ritual de iniciación
y se descubren con un nuevo lenguaje

Ella, se recuesta
él, abre un nuevo mundo
Se arquean las espaldas,

él, se cobija con sus muslos
Ella, fuga la mirada al cielo.
Buscan redención en un acto incierto

él, aprisiona sus caderas
ella, juega con su taquicardia
el aire se estremece,
hay fiesta en sus cuerpos

Ella, se desarma en los huesos
él, pierde el aliento, reposa la mirada en su vientre.
Hay frescura en sus cuerpos,
no llueve, están empapados
él, tiene en la boca, una llave
ella, tiene entre sus piernas el paraíso.
Nace el placer.

El, quedó con el sabor de sus entrañas.
Ella, guardó en sus labios el susurro de un final.



HUELLAS

sábado, 8 de marzo de 2014
El camino se hacía corto
mis pasos no dejaban huella,
La tierra era testigo
de un hombre
sin rastro.

Inconforme con la falta de sustancia en su pisar, el hombre decidió detenerse, no quiso avanzar mas, una planicie lo detuvo y volteó solo para comprobar lo que ya sabía, se cuestionó.

¿Todas estas huellas
servirán para algo?
Apuntan al mismo lugar,
trato de ir al lugar que apuntan las demás.

Avanzó y regresó al mismo lugar, todas, de diferentes tamaños y formas, iban al mismo lugar.
El viajero aquel, se desesperaba, había seguido cuanto camino había visto. Se sentó un momento a rendirse, buscando la redención que obtienen los pecadores frente a otra persona.

Lloraba.
¿Cómo es posible
que todos
los que anduvieron aquí
encontraran un rumbo?
¿En qué momento
se termina el día?

A la mañana siguiente aquel hombre sollozante, respiraba por acto reflejo, bostezaba limpiando sus ojos y su mente. Había tenido una especie de revelación, revisó sus zapatos, la suela estaba intacta como si hubiera flotado.

Se levantó, impetuoso como la infancia de un niño clasemediero, caminó en sentido opuesto a las huellas del camino. Empezó a ver que su suela se desgastaba, que las otras huellas parecían moverse para formar un escuadrón de pisadas para detenerlo, para acabar su incipiente ambición de borrarlas.

El camino se hacía largo,
pesado
denso,
me sentía fresco
pleno
me di cuenta
que solo
los inconformes
logran trascender.