El camino se hacía corto
mis pasos no dejaban huella,
La tierra era testigo
de un hombre
sin rastro.
Inconforme con la falta de
sustancia en su pisar, el hombre decidió detenerse, no quiso avanzar mas, una
planicie lo detuvo y volteó solo para comprobar lo que ya sabía, se cuestionó.
¿Todas estas huellas
servirán para algo?
Apuntan al mismo lugar,
trato de ir al lugar que apuntan las demás.
Avanzó y regresó al mismo
lugar, todas, de diferentes tamaños y formas, iban al mismo lugar.
El viajero aquel, se
desesperaba, había seguido cuanto camino había visto. Se sentó un momento a
rendirse, buscando la redención que obtienen los pecadores frente a otra
persona.
Lloraba.
¿Cómo es posible
que todos
los que anduvieron aquí
encontraran un rumbo?
¿En qué momento
se termina el día?
A la mañana siguiente aquel
hombre sollozante, respiraba por acto reflejo, bostezaba limpiando sus ojos y
su mente. Había tenido una especie de revelación, revisó sus zapatos, la suela
estaba intacta como si hubiera flotado.
Se levantó, impetuoso como la
infancia de un niño clasemediero, caminó en sentido opuesto a las huellas del
camino. Empezó a ver que su suela se desgastaba, que las otras huellas parecían
moverse para formar un escuadrón de pisadas para detenerlo, para acabar su
incipiente ambición de borrarlas.
El camino se hacía largo,
pesado
denso,
me sentía fresco
pleno
me di cuenta
que solo
los inconformes
logran trascender.
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